Una guía basada en el modelo AICP
«Llevábamos meses dándole vueltas. Mi madre ya no podía vivir sola, y aunque entre mis hermanos y yo intentábamos organizarnos, cada vez era más difícil. Las caídas, las noches en vela, su confusión… Llegó un momento en que nos planteamos buscar una residencia. Nos costó mucho tomar la decisión, y aún más saber por dónde empezar. ¿Qué hay que tener en cuenta? ¿Cómo saber si un centro es realmente bueno y si ella estará bien?”
Aunque cada vez hay más personas que buscan por sí mismas un recurso residencial donde pasar su vejez, la mayor parte de las veces cuando alguien vive en una residencia, ésta ha sido elegida por sus familiares para ofrecerle unos cuidados especializados que es complicado ofrecer de otra forma.
Elegir una residencia para un familiar es una de las decisiones más delicadas a las que nos enfrentamos muchas familias. Más allá de lo obvio, encontrar un lugar cercano a nuestro domicilio, limpio y con buena atención, lo que está en juego es algo más profundo: la calidad de vida, la dignidad y el bienestar de la persona.
Como psicóloga trabajadora del sector, en esta guía quiero ayudarte a mirar más allá de lo evidente y a tomar decisiones informadas, poniendo el foco en lo que realmente importa: que la residencia elegida respete la historia de vida de la persona, se adapte a sus necesidades individuales y promueva su autonomía y participación, tal como plantea el modelo de Atención Integral Centrada en la Persona (AICP).
Te presento un listado exhaustivo, por lo que es imposible que te fijes en todo lo que voy a contarte (y tampoco es necesario que el centro cumpla todos estos requisitos) pero sí que espero que te ayude a hacerte una mejor idea de lo que debes observar en la visita al centro, más allá de sus instalaciones, de si la habitación es privada o compartida, etc.
Quizá pienses que muchos puntos a observar son útiles únicamente para personas que son autónomas y que no son importantes para personas con gran dependencia que necesitan mucha más ayuda. Esto no es así, que se cumplan los máximos puntos posibles de los que te voy a hablar, es sinónimo de buen trabajo y de respeto por la persona y cuando se trabaja con esta perspectiva, ésta se mantiene sea cual sea el nivel de deterioro de la persona a la que se acompaña.
¿Qué es la Atención Integral Centrada en la Persona (AICP)?
Cuando visites residencias de mayores, te van a hablar de esto seguro, ya que es la perspectiva desde la que se trabaja actualmente en los centros. Si no lo hacen, ya es un mal indicador. El modelo AICP parte de una idea sencilla y obvia en la teoría, pero compleja en la práctica: cada persona es única. Por eso, su cuidado debe adaptarse a sus necesidades, deseos, valores y preferencias. Este modelo no se basa solo en diagnósticos o grados de dependencia, sino en conocer la historia de vida de la persona, sus capacidades, sus vínculos, su forma de estar en el mundo.
Una residencia que trabaja bajo este modelo se distingue entre otras cosas porque:
- Elabora proyectos de vida personalizados, buscando la continuidad en el proyecto vital, aunque se viva en la residencia. La persona debe poder seguir haciendo la gran parte de las cosas que hacía antes de venir a la residencia.
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“Antonio construye a sus 95 años una réplica del HMS Víctory, en su taller de carpintería en la residencia”
- Promueve la toma de decisiones de la persona, aunque tenga deterioro cognitivo y aunque suponga dificultades en la gestión diaria en el centro. Por ejemplo, si la persona fuma, o toma vino en la comida se planifican los cuidados conjuntamente para abordar estas preferencias que implican riesgos. Pero la primera respuesta no es la prohibición.
- Cuida los aspectos emocionales y relacionales, no solo los físicos, viendo a la persona de forma global. Los servicios de carácter más sanitario no son lo único importante. Se trabaja con las necesidades y preferencias de la persona teniendo en cuenta todas sus esferas (emocional, social, funcional, etc.).
- Procura dentro de la rutina de la residencia, adaptarse lo máximo posible al ritmo de cada residente. Sin forzar a que sea siempre la persona la que se tiene que adaptar al centro.
- Implica a las familias como aliadas del cuidado. Si quieres seguir muy presente en la vida de tu familiar, puedes hacerlo. Existen actividades a las que poder acudir como familiar incluso comisiones de participación donde poder aportar.
¿Qué significa que una residencia sea “buena”?
Una residencia no debería ser solo un lugar donde “te cuidan”, “te atienden” o “te curan”, sino que es un lugar donde vivir, un entorno donde la persona debe sentirse segura, respetada y parte de una comunidad. Una buena residencia es aquella que:
- Respeta la individualidad de cada persona. La persona no es un número, es una historia, viva y que continúa en desarrollo. Debe poder hacer una vida en la residencia que tenga sentido para la persona.
- Acompaña sin sustituir innecesariamente. Es decir, apoya a la persona en aquello que necesita, pero no le quita autonomía, debe permitir que la persona siga realizando las tareas que sea capaz de hacer para no perder capacidades.
- Escucha a la persona mayor y a su familia, para adaptar la atención lo máximo posible a las preferencias.
- Ofrece cuidados profesionales de calidad con un equipo interdisciplinar que acompaña e informa sobre su evolución. Promueven la autonomía, la participación y las relaciones significativas.
¿Qué señales buscar a la hora de elegir una residencia de calidad?
Más allá de lo que diga el folleto, y de lo impresionantes que nos resulten a nivel visual las instalaciones, es importante observar y preguntar. Te digo desde mi experiencia y opinión cuáles son algunas claves que pueden ayudarte a distinguir un ambiente perfecto de catálogo, de un ambiente familiar, acogedor y con vida. No tienen por qué ser cuestiones incompatibles, pero si hemos de elegir, desde mi experiencia, particularmente antepondría lo segundo.
El ambiente
Es muy importante fijarse en como es el día a día en la residencia a la hora de tomar una decisión informada.
- ¿Se respira un clima de respeto, cercanía y buen trato?
- ¿Hay conversaciones o comunicación entre el personal y las personas mayores?
- ¿Los espacios son acogedores, bien iluminados y adaptados a las capacidades físicas? ¿Se parece más a una casa o a un hotel?
- ¿Hay espacios diferenciados para personas en distinto nivel de autonomía o capacidades?
- ¿Se ven objetos personales en las habitaciones? ¿Hay posibilidad de personalizar los espacios con muebles auxiliares, pequeños electrodomésticos, decoración, etc.?
- ¿Existen espacios pequeños y variados para diferentes usos significativos para la persona? Sala de lectura, música, huerto, labores…
- ¿Pueden los residentes circular libremente por la unidad en la que se encuentran? ¿Salir si lo desean al exterior o jardines?
El equipo profesional
Estas cuestiones a veces son difíciles de saber, pero si escuchas bien durante tu visita y tienes oportunidad de hablar con el personal, seguro que puedes hacerte una idea gracias a algunos comentarios que oirás. También es importante tener en cuenta si se dispone de un equipo multidisciplinar con amplia experiencia en el sector.
- ¿Conocen a las personas por su nombre? ¿Saben cosas de su vida?
- ¿Escuchan activamente a las personas mayores?
- ¿Promueven la participación en las actividades o las imponen?
El enfoque del cuidado
Otro aspecto importante es fijarse en la atención personalizada que reciben las personas residentes de cara a escoger una residencia.
- Antes de ingresar, ¿te han pedido información sobre la historia de tu familiar, gustos, etc. o solamente aspectos médicos o sanitarios?
- ¿Se respeta la intimidad en los cuidados personales?
- ¿Se adapta la rutina a la persona o la persona a la rutina?
- ¿Se utilizan sujeciones? (cinturones, barreras en cama, etc.)
- ¿Existe una comisión de participación o grupo representativo de los deseos de familiares y de usuarios?
Las relaciones
- ¿Se facilita el contacto con la familia o allegados? ¿los horarios y espacios de visita de familiares son amplios? ¿se facilitan lugares para hacer celebraciones familiares?
- ¿Se promueve la participación comunitaria (actividades fuera del centro)?
- ¿Se cuidan los momentos significativos (cumpleaños, aniversarios, rituales familiares, festividades locales, etc.)?
¿No sabes qué preguntar en las visitas a residencias?
Te dejamos un documento donde hemos plasmado las preguntas que, como expertos en residencias para mayores, consideramos fundamentales para ayudarte en esta tarea.
Cómo prepararte antes de visitar una residencia
Es importante que veas el centro. También es muy recomendable que acuda la persona que se va a trasladar a la residencia a esta visita siempre que sea posible. Ir a visitar una residencia sin saber qué observar puede ser sobrecogedor y generar confusión. Te recomiendo unas pautas muy básicas:
- Hacer una lista de tus prioridades y las de tu familiar.
- Preparar preguntas clave para el personal o de aspectos a observar. Descárgate nuestra guía de preguntas recomendadas.
- Observar sin prisas: entra en las salas comunes, escucha, mira los gestos y los detalles. Piensa en si estarías a gusto allí.
- Habla, si puedes, con alguna familia o residente.
Ejemplo de preguntas útiles:
- ¿Cómo es un día habitual aquí?
- ¿Qué actividades hay esta semana?
Qué evitar: señales de alerta
Hay algunos signos que pueden indicar que no se está aplicando un enfoque centrado en la persona y que no es un centro recomendable:
- Únicamente te preguntan aspectos físicos o sanitarios de su cuidado. Sin darle importancia a su historia personal o preferencias. Todo se organiza en base a necesidades y no en base a preferencias.
- Horarios de visitas escasos y muy estrictos, muchas zonas vetadas a los familiares. Prohibición de entrar a las habitaciones.
- Salas de estar muy grandes donde no hay espacios delimitados para diferentes usos ni hay nada que hacer, salvo “ver” la televisión o estar sentado. Lo ideal sería que en los espacios comunes hubiese diferentes zonas dentro del mismo espacio: comedor, zona de descanso y zona para hacer actividad.
- Personal que se comunica de forma infantilizada, a gritos o de forma muy impersonal.
- Ausencia de objetos personales o decoración impersonal.
- Actividades que parecen más un espectáculo para los mayores que participación real.
- Personal técnico poco accesible.
No hay una única “mejor residencia”
Cada persona es distinta. Lo que es adecuado para una, puede no serlo para otra. La experiencia de otras familias no tiene por qué ser de mucho peso para ti ya que no todos valoramos las mismas cosas de un centro. Por eso es importante que la elección se base en:
- El deseo de la persona, siempre que pueda expresarlo. Si no puede expresarlo, debemos basarnos en nuestro conocimiento sobre ella.
- Su estilo de vida, su carácter, su historia.
- El tipo de apoyos que necesita, pero también lo que disfruta.
- Su entorno social y emocional. Por ejemplo, seguro que estará mejor en la residencia de su pueblo o barrio donde además es probable que conozca a otras personas que vivan allí, que en otro barrio o ciudad.
Elegir una residencia no es solo buscar cuidados: es buscar un lugar donde seguir viviendo con sentido.
Mi papel como familiar
Tu rol no termina cuando tu familiar entra en la residencia. Todo lo contrario:
- Puedes seguir acompañando en las decisiones importantes.
- Puedes participar activamente en el proyecto de vida.
- Puedes ayudar a que el equipo conozca mejor a la persona.
Una residencia que promueve la participación familiar no teme a las preguntas ni a la implicación.
Una buena elección también cuida de ti
Cuidar de una persona mayor es una tarea exigente. Elegir una buena residencia no debe vivirse como un abandono, sino como un acto de responsabilidad y amor, que suele venir precipitado por laguna cuestión (imposibilidad de seguir prestando los cuidados, complejidad en la evolución de ciertas enfermedades, etc.) Si elegimos bien, nuestro familiar estará bien cuidado y podremos seguir formando parte de su vida, pero de otra manera, más positiva, sabiendo que está en buenas manos.
Te ayudamos con la elección de la residencia para tu ser querido
Elegir residencia no es fácil, pero es posible hacerlo con criterios sólidos, sin caer en el marketing o en la urgencia del momento. Lo ideal es que no esperes al momento de cansancio extremo, desesperación o necesidad urgente. Hazlo con tiempo para poder elegir mejor. Acude a ver el centro con tu familiar para ver cómo le tratan y para que pueda elegir si conserva capacidades para ello. Observa, pregunta, escucha, y, sobre todo, piensa en quién va a vivir allí. Su voz y su dignidad son lo más importante.
No hay ninguna que haga todo como nosotros lo haríamos como familiares, ni estará “igual que en su casa” por muy grande, nueva y bonita que sea la residencia. Se trata de elegir la última casa de nuestro familiar y de que nos transmita la confianza suficiente para ello.
Con el paso del tiempo, nuestro familiar va a deteriorarse y a atravesar momentos difíciles, incluso es probable que fallezca en la residencia. Durante los momentos difíciles, lo que más vamos a valorar es al equipo humano del centro, que nos acompañe, apoye y entienda. Que el centro y el equipo nos transmita confianza debe ser la prioridad.
Una buena residencia no es solo un lugar donde vivir, es un lugar donde seguir siendo.
Raquel Girón. Psicóloga en Fundación Rey Ardid.