¿Cuáles son las diferencias entre Alzheimer y demencia?

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Muchas veces se confunde la demencia con el Alzheimer, y aunque están relacionados, no son lo mismo. Pero ¿por qué se confunden? Básicamente porque mucha gente usa la palabra “demencia” como sinónimo de Alzheimer. Sin embargo, es importante distinguirlos para entender que no todas las demencias son Alzheimer, que algunas demencias tienen tratamientos específicos o reversibles (como las causadas por deficiencias nutricionales o medicamentos) y que cada tipo de demencia tiene una evolución, síntomas y necesidades distintas.

¿Qué es la demencia?

La demencia no es una enfermedad en sí, sino un conjunto de síntomas que reflejan un daño progresivo en el cerebro. Afecta habilidades importantes como la memoria, la atención, el lenguaje, el razonamiento y el comportamiento.

Con el tiempo, este deterioro va empeorando y empieza a dificultar que la persona pueda realizar sus actividades diarias con normalidad, como cocinar, vestirse, recordar citas o mantener una conversación.

Esto sucede porque las neuronas, que son las células encargadas de hacer funcionar el cerebro, dejan de funcionar correctamente, pierden la comunicación entre sí y finalmente mueren.

¿Quién puede padecer demencia?

Es fundamental entender que la demencia no forma parte del envejecimiento normal. Es cierto que el riesgo aumenta con la edad, pero no todas las personas mayores la desarrollan y aunque también puede aparecer en personas más jóvenes es menos común. Para saber si una persona tiene demencia, los especialistas realizan una serie de pruebas, entre otras, una evaluación de la memoria y otras funciones mentales, análisis médicos o estudios por imagen del cerebro.

En Rey Ardid, contamos con un equipo de especialistas en demencias y Alzheimer, si tienes cualquier problema no dudes en consultarnos.

Tipos de demencias que se pueden diagnosticar:La demencia no es una enfermedad en sí, sino un término general que engloba diferentes enfermedades neurodegenerativas. Entre ellas, la más conocida (y también la más frecuente) es el Alzheimer. Pero hay otras, como:

  • La demencia vascular: es la segunda más común, suele tener un inicio brusco o escalonado y muy a menudo se produce tras un accidente cerebrovascular. Suele relacionarse con problemas de atención, planificación y razonamiento más que de memoria.
  • La demencia frontotemporal suele ser de inicio temprano (entre 45 y 65 años) y de progresión gradual, al principio la memoria suele estar relativamente conservada. Se caracteriza por la alteración del lenguaje (dificultad para hablar o comprender) y especialmente por los cambios de conducta y personalidad (desinhibición, apatía, impulsividad).
  • La demencia por cuerpos de Lewy es la tercera más frecuente, en sus inicios se suele confundir con otras demencias. Entre sus síntomas se encuentran las alucinaciones visuales, alteraciones cognitivas con momentos de lucidez y confusión, síntomas parkinsonianos (rigidez, temblor, lentitud) y trastornos del sueño acompañados por movimientos bruscos.
  • Otras menos frecuentes son Parkinson, Huntington, infecciones (como VIH), traumatismos, alcoholismo, etc.

Entonces, ¿cuáles son las principales diferencias?

Resumiendo, todas las personas con Alzheimer tienen demencia, pero no todas las personas con demencia tienen Alzheimer.

El Alzheimer representa entre el 60 y el 70% de los casos de demencia. Se estima que afecta a una de cada diez personas mayores de 65 años, y a uno de cada tres mayores de 85. Actualmente la sufren en mayor medida las mujeres y aunque están investigándose las causas, podría ser debido a su mayor longevidad y a causas hormonales.  Como otras demencias, es una enfermedad progresiva que afecta principalmente a la memoria, aunque también puede causar desorientación, cambios en el comportamiento, dificultades en el lenguaje y alteraciones en la personalidad. Su duración varía, pero suele estar entre los 4 y los 10 años.

¿Y qué pasa en el cerebro con el Alzheimer?

Tres aspectos fundamentales:

  1. Se acumulan unas placas llamadas beta-amiloide, que interrumpen la comunicación entre las neuronas.
  2. Una proteína llamada TAU forma enredos dentro de las neuronas, haciendo que dejen de funcionar correctamente.
  3. Finalmente, muchas neuronas mueren, y eso provoca que el cerebro se vaya “encogiendo” poco a poco.

Aunque el Alzheimer no se debe a una causa única, sabemos que hay varios factores que pueden aumentar el riesgo de desarrollarlo. Hay factores como la edad que no podemos cambiar. Sin embargo, a lo largo de nuestra vida sí podemos incorporar hábitos que ayuden a cuidar nuestro cerebro y reducir las probabilidades de padecer esta enfermedad. Comer de forma saludable, hacer ejercicio con regularidad, mantenerse activo mentalmente, y contar con una buena red de amistades son pequeñas acciones que, sumadas, pueden marcar una gran diferencia. Por otro lado, muchas personas creen que el Alzheimer es una enfermedad hereditaria. Es cierto que algunos genes pueden aumentar el riesgo, pero en la mayoría de los casos la enfermedad no se transmite directamente de padres a hijos. De hecho, solo 1 de cada 100 casos se debe a una causa genética clara.

La detección temprana del Alzheimer es fundamental por varias razones: las principales son que mejora la calidad de vida del paciente y su entorno y que permite iniciar el tratamiento antes, lo que puede ralentizar la progresión de los síntomas. Igualmente se facilita la toma de decisiones de cara al futuro sobre todo en lo que se refiere a aspectos médicos, legales y financieros y por último ayuda a las familias a prepararse y acceder a apoyos adecuados.

Si acabas de recibir un diagnóstico temprano o sospechas que puedes padecerlo tú mismo o algún familiar cercano y necesitas más información, puedes acudir a nuestro Centro de Atención Integral. Podemos ayudarte a buscar recursos útiles para la atención de la enfermedad y para el cuidado del cuidador.

Julia Lope Martínez, psicóloga de la residencia especializada en Alzheimer Rey Ardid Rosales.