Según la FGEE «Federación de Gremios de Editores de España» , la población de lectores se distribuye de la siguiente manera:
- Los jóvenes de 14 a 24 años son los que más leen, un 73,8%
- En la franja de 24 a 65 años la actividad de la lectura está en torno al 65%
- A partir de los 65 años, el hábito de la lectura se estima en un 49,2% de la población.
Este último dato es más que reseñable para valorar la lectura como terapia cognitiva y actividad significativa en prácticamente la mitad de la población adulta mayor.
Beneficios directos que reporta la lectura como terapia cognitiva
- Aumenta la capacidad de concentración: Leer activa nuestra concentración y potencia la capacidad de observación y atención al tener que conectar de manera constante con el hilo de la historia.
- Incrementa nuestros conocimientos: Las lecturas aportan datos históricos, de personajes, culturales, curiosidades, etc. que enriquecen nuestro aprendizaje.
- Ejercita nuestras capacidades mentales: Especialmente la memoria y las funciones ejecutivas, ya que debemos estar ordenando ideas e interrelacionando conceptos. También incrementa nuestro vocabulario, fomenta nuestra creatividad e imaginación.
- Genera sensación de bienestar: Una historia que nos resulte interesante y que nos “engancha” nos mantiene ocupados y activos, nos aleja del aburrimiento y nos evade de las preocupaciones cotidianas.
- Es fuente de entretenimiento: a medida que nos hacemos mayores, disponemos de más tiempo libre. La lectura es un buen pasatiempo y aleja de la sensación de soledad.
- Activa nuestras emociones: no hay nada como las emociones para asentar mejor los recuerdos. La lectura despierta emociones y hace aflorar distintos sentimientos (intriga, alegría, emoción, suspense, amor…)
- Ayuda a conciliar el sueño nocturno: la mejor forma de quedarse dormido es leer un poco antes de acostarnos. La lectura relaja, destensa nuestros músculos y libera del estrés, proporcionándonos, así, el estado ideal para conciliar el sueño.
“Las personas que se mantienen cognitivamente activas: leen, pasean, escuchan música, cuidan su jardín, hacen su comida, etc… tienen niveles bajos de la proteína betamiloide relacionada directamente con la enfermedad de Alzheimer”.
Flórez 2015
Si bien es cierto que algunos grandes amantes de la lectura se ven obligados a abandonar esta maravillosa afición ante la aparición de algunas limitaciones propias del paso del tiempo (disminución visual, alteración de la memoria o la concentración, apatía o falta de interés, etc.), no deberíamos de considerar estos factores como un hándicap para poder seguir disfrutando de esta actividad.
En el área de Mayores Rey Ardid buscamos siempre alternativas y adaptaciones personalizadas para poder, así, seguir disfrutando de mil y una historias más.
Alternativas a la lectura habitual:
Algunas opciones pueden ser:
- Talleres de lectura en grupo: donde unos puedan participar con un rol de lector o de oyente, compartir opiniones, ideas, recuerdos, etc.
- Lectura de microrrelatos o relatos cortos que facilitan la comprensión y el seguimiento del hilo de la historia.
- Adecuar la dificultad de las propias lecturas (existen, incluso, adaptaciones de grandes clásicos).
- Proporcionar revistas temáticas (del corazón, de cocina, científicas, de naturaleza, etc.), prensa o periódicos que nos permitirán, además, mantenernos informados y orientados.
- Libros digitales que permiten adaptaciones como el tamaño de la letra y la iluminación; además, de proporcionar un mejor manejo por su menor peso y tamaño.
- Buscar “biblio-voluntarios”, desde las bibliotecas municipales o particulares que lean para nosotros, si no podemos hacerlo de manera autónoma.
- Utilizar audiolibros o grabaciones para escuchar en momentos más íntimos.
“La reserva cognitiva sería la resistencia de nuestro cerebro a preservar sus funciones y hacer frente a un posible daño neurológico. Sería la optimización de los recursos cerebrales y un mecanismo protector de daño cognitivo, es decir, una defensa frente a enfermedades neurodegenerativas, como la demencia o el Alzheimer”, protegiéndonos también contra el deterioro cognitivo normal provocado por el envejecimiento.
Navarro 2018
La estimulación cognitiva en personas con demencia a través de actividades como la lectura, la escritura, los juegos de palabras, las conversaciones, el cálculo y, la vida activa en general hacen aumentar nuestra reserva cognitiva y mantienen las conexiones neuronales; influyendo, por lo tanto, en el inicio y/o la evolución del Alzheimer y otras demencias.
En definitiva, encontrar nuestros propios recursos o ayudar para que los aficionados puedan seguir disfrutando de la maravillosa experiencia de sumergirse en un mar de letras obteniendo el beneficio de la lectura como terapia cognitiva.
“De los diversos instrumentos inventados por el hombre, el más asombroso es el libro; todos los demás son extensiones de su cuerpo. Solo el libro es una extensión de la imaginación y la memoria”
Jorge Luis Borges